lunes, 30 de marzo de 2015

Capítulo VI: La Familia.



 México, 25 de julio de 2025.


Cuando inició el día sabía que todo pintaría para algo bueno, o en su mayoría cuando mucho. Era una fecha bastante esperada por casi todos dentro del grupo. Herman se puso bastante apuesto al igual que Henry, Albus y Lorcan. Por su parte, Grimnz y Emma se arreglaron bastante pero no lograron superar a Dominique que con su rojo cabello y un par de aretes y arreglos dejaron boquiabiertos a más de uno. La boda comenzaba a las 6 de la tarde y la fiesta era a los 8, por lo cual teníamos todo el día (o alguna parte de él) para hacer algo. Yo decidí conocer la ciudad, pues, las veces que había estado aquí no salíamos de la Mansión Actecmer y tenía deseos de saber porque se decidieron casar aquí. Así que junto a Henry, Herman y Emma tomamos uno de los autos alquilados junto a un chofer, que nos llevó a recorrer todo el lugar. Era bastante linda pero nada fuera del otro mundo. La catedral era pequeña pero con un estilo bastante singular, por otro lado la plaza de armas y el palacio habían sido un gran atractivo junto a las pinturas que lo adornaban. También pasamos a un viejo hospicio que fue de lo que más nos gustó a todos por el gran adorno y variedad que albergan en él, incluyendo el genio del pintor. De hecho, Flammer, nos hizo quitar prejuicios sobre de que los muggles son idiotas, pues nos mostró mucho de su arte, desde música hasta literatura y pintura, pero sobre todo el cine, algo que a la gran mayoría nos agradó (yo, en lo personal, lo amé). Fuimos por un par de comidas tradicionales hasta llegar a un municipio aledaño que nos resultó muy lindo donde tomamos cerveza tradicional, una bebida alcohólica bastante buena que nos refrescó, ya que el calor estaba insoportable y ninguno de nosotros lo habíamos sentido antes. Antes que el reloj marcara las 13:00 horas, el chofer nos dio una última vuelta a un sitio/monumento que no era más que un panteón. Vimos bastantes fantasmas ahí (los muggles cuentan sus historias, muchas eran falsas, pero otras muy reales) y platicamos un poco con ellos hasta que nos dieron las tres de la tarde y salimos rumbo a la mansión para arreglarnos y llegar a tiempo a la boda, en el templo al que se nos prohibió ir antes de tiempo. Nos dieron las 17:30 y fuimos hasta el lugar, sólo para encontrarnos un bello recinto de estilo neogótico en una plaza bastante arreglada con flores, llena de magos y siendo custodiada por miembros de la organización. El edificio estaba tan bien hecho y cuidado que a todos nos sorprendió, pero no por el dinero que pudo costar, si no el saber que aun con el temperamento de una de las partes de la celebración, se hizo todo en el mundo muggle aun cuando ellos nos detestaban de cierta manera. La hora llegó y en una diligencia del siglo XVIII tirada por dos hermosos caballos negros, llegó Flammer, vestido con una túnica de gala adornada con hilos de plata, una capa que le hacía juego, zapatos negros, la varita en su pierna en una funda de cuero negro y un collar de oro forjado por duendes con el símbolo de su familia y apellido. Entró a la iglesia y se puso en el altar, seguido por todos los asistentes (menos los guardias que se quedaron cuidando) esperando la llegada de su pareja, lo cual sucedió un par de minutos después. De un carruaje blanco tirado por dos pegasos de color plateado, bajó una hermosa Hada Sophia vestida con un vestido largo verde con adornos azules que hacían juego con sus ojos. Caminó con delicadeza pero a la vez con propiedad y porte, el cual se distinguía más cuando los presentes se paraban. Flammer, al voltear a verla, sonrío de manera agradable y la esperó con el brazo extendido hasta que llegó al altar y la misa comenzó.


La fiesta, después de la boda, fue en la mansión Hillers, a las afueras de la ciudad de Guadalajara. Estuvo bastante ambientada por el bosque aledaño y por la banda de música que contrataron. No escatimaron en gastos, a sus palabras «Queremos que todos aquí, los que nos han apoyado y estado con nosotros se diviertan. Pero más importante que ustedes, es por nosotros. Algo digno de ambos», razón que hizo que invitaran a casi toda la organización. En un momento, Herman se paró (se encontraba conmigo) y fue a charlar con Flammer, quien se encontraba tomando vino con Hada en la mesa principal hablando de algo. Después de que DuMort se le acercará, vi como el anfitrión se puso de pie y sacó su varita, poniéndosela en el cuello y hablando.
—Antes de decir cualquier cosa, quiero agradecer a todos los presentes que nos acompañan. Es realmente un placer tenerlos aquí. Muchos nos acompañaron en el ataque de Londres, el cual fue un éxito y que no hubiéramos logrado sin todos ustedes. Como sabrán, los aurores ingleses nos llaman “Organización” lo cual no es del todo erróneo. Sí, estamos organizados, pero somos más que eso. Actualmente yo a muchos los considero amigos, han demostrado su valía y que no todos son unos ineptos como creí. Los hemos acogido y ustedes pagaron haciendo esto posible. Como me dijo mi buen amigo Herman, y más que decir, recordó,  El verdadero poder de una familia está donde reside el corazón, la esperanza y la lealtad de sus miembros, no cuantas personas la conformen, porque incluso la familia real más grande y poderosa puede verse corrompida por las envidias y egoísmos. Ustedes han resultado ser leales, tener la esperanza y paciencia de que nuestros objetivos se cumplirán de manera correcta, y no sólo eso: Somos poderosos, más de lo que se cree. Es aquí cuando— Flammer levantó una copa de vino y nos hizo seguirle. —Doy por comenzado el inicio de la Familia ActecmerDelacour. No seremos más una organización, sino una fraternidad, donde los errores serán permitidos, pero no por eso pasarán por alto. —Dijo y todos brindamos. En ese momento la felicidad era lo que abundaba, algo que a todos nos permitieron y contagiaron al ser testigos de uno de los eventos más grandes y sin precedentes jamás antes vistos. 

Cuando hablé con Herman, ya en la sala de la mansión al día siguiente, ambos dijimos que jamás pensamos que Flammer y Hada pudieran llegar a casarse, ya que, aunque se habían mostrado muy compatibles, siempre estaban tratando de superarse el uno al otro, sin contar que en algún momento, Actecmer casi la mata y viceversa. Y recordando esa batalla, cuando Flam casi murió, nos dimos cuenta de algo; ambos crecieron de una manera sobre humana. Hada tenía 17 años y Flammer 15, y aun así logró sobrevivir, mostrando una fortaleza que a todos los que los seguíamos en su momento, nos hizo saber que él jamás se rendiría. Lo mismo pasó cuando Hada perdió; Flam la torturó de la peor manera que habíamos visto. Ni los entrenamientos a los que nos sometimos durante la estadía en Hogwarts la prepararon para algo de esa magnitud. Algunos, según hablamos Herman y yo, pensamos que ese fue el momento clave en el que Hada y Flammer se enamoraron. Mientras charlábamos escuchamos una explosión en el patio haciendo que todos saliéramos a ver. Albus Potter estaba parado a un extremo, del otro estaba James Potter, su hermano, con la varita empuñada y viéndolo con ojos de ira.
—Así que en esto te convertiste, hermanito. ¿En un asqueroso mago tenebroso? No tienes idea de lo mucho que me decepcionas.
— ¡Cállate, James! No tienes idea de lo que dices, y ahora lárgate si no quieres que te asesine. El único que se dará cuenta será padre, pero está tan preocupado buscando su estúpida varita que ni lo notará. —Le replicó Albus quien esquivó por centímetros una maldición lanzada por James. Muchos trataron de atacarlo, pero Flammer apareció ante todos e hizo que el duelo solo fuera entre el par de hermanos. Albus trató de amarrarlo con unas gruesas cadenas que materializó peor James las deshizo ágilmente. De la punta de la varita del menor salió un montón de picos de hielo que fueron directo al pecho de su hermano, los cuales evitó por poco pero siendo herido en la pierna derecha. Aunque el duelo fue breve, no terminó en muerte. James, al verse casi acabado por propia sangre, desapareció.
—Albus, ven. Debo hablar contigo. —Le dijo Flam al joven quien, estupefacto, lo acompañó a una de las habitaciones de la antigua mansión. Salieron al cabo de dos horas, con la cara de Potter bastante pálida y Actecmer con la serenidad que llevaba cuando daba algún tipo de orden difícil de ejecutar. Nadie quiso indagar más, ya que no fue necesario pues él mismo habló.
— ¡Muchachos! Recojan sus cosas, nos vamos a Inglaterra. Tenemos una cita con los Potter y el ministerio.


Firma, Marian T.

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