sábado, 25 de abril de 2015

Capítulo XI: Vacaciones.



Las vacaciones de verano comenzaron de manera bastante relajada para Flammer. Por un lado, sus padres eran bastante comprensibles respecto a la tarea que tenían que hacer y le autorizaban estudiar y leer sus libros, y por otro lado, al ser un par de muggle amables, sabían que no corrían peligro por los poderes de sus hijos, sin contar que les enseñó el recordatorio de que no debía usar magia fuera de la escuela. Y de hecho, decidieron darle un pequeño regalo debido a que desde siempre, fue aficionado a la historia. Un día después de dejarlo en el andén 93/4, regresaron al callejón Diagon acompañados de un mago del ministerio de magia para hacer un par de compras de libros que fueron previamente autorizados. Entre ellos estaba una copia de los cuentos de Bleede el Bardo, Historia de Hogwarts, Historia de magos y brujas famosos del siglo X hasta nuestros días y uno que ellos consideraron sería el mejor de todos, Historia de la Magia en Latinoamérica; un repaso por la superstición y lo real. Cuando se los entregaron, Flammer con una sonrisa en su rostro se los agradeció bastante y durante 2 semanas no les quitó el ojo de encima mientras realizaba sus actividades para casa y tomaba un par de clases respecto a electrónica que su padre le hizo tomar con la intención de “para no perder la práctica en ambos espacios y puedas ser más independiente”. Esto, aunque de principio le costó asimilarlo (por un par de prejuicios respecto a los muggles que había tomado en su primer año) terminó siendo una pasión grande para él, de modo que, dos semanas antes de entrar, logró, por medio de la magia y conocimiento electrónico, que un par de aparatos en su casa funcionaran de maravilla sin la necesidad de usar luz. Aunque se asustó de principio porque recordó que la magia estaba prohibida, no recibió ninguna notificación lo que le pareció extraño. En esos mismos días recordó que Hada lo había invitado a visitarla unos días a su casa, así que decidió comentarlo con sus papás quienes les dieron el permiso con la condición que le preguntara cuando podía. Flam, emocionado, fue a su habitación para escribirle una carta sólo para caer en cuenta que no tenía lechuza en que mandarla, por lo que, un poco apenado bajó para contarles lo ocurrido.
— ¿Una lechuza? ¿Qué no usan teléfono o algo? —Preguntó su padre un poco sorprendido.
—No. Bueno, normalmente en el mundo mágico usamos las lechuzas para comunicarnos. Es un modo rápido y seguro. Son animales bastante listos.
—Comprendo, hijo. Entonces, ¿cómo planeas ponerte en contacto con tu amiga?
—Bueno… no había pensado en eso. Es algo… no sé, ni siquiera lo hablamos. —Dijo Flam enrojeciendo un poco ante la pena que le causaba el no prever ese asunto.
— ¿Dónde dices que vive? —Dijo su madre quien escuchaba desde la sala de estar tomando té.
—Tampoco me lo comentó…
—Bueno. Tienes hasta el 31 de agosto. Después inician las clases y será hasta el siguiente año. —Dijo su papá. Flammer, algo decepcionado, fue a su habitación a seguir leyendo su libro de historia latinoamericano de magia:
En la primera mitad del Siglo XVIII en el virreinato del Perú, cuando la corona española era la gobernante en la gran parte de Sudamérica, se hizo la última condena a muerte acusando a una mujer llamada María Francisca Ana de Castro, que fue procesada por el delito de ser seguidora de Satán1 y además de brujería siendo su condena arder en la hoguera en el año de 1736, aunque ésta fue sin fundamento más que el de sanación, la persona antes mencionada carecía de poderes mágicos reales y, según investigaciones de historiadores peruanos, tampoco tenía pacto alguno de la figura a la que los muggles tantas veces temen y más durante esos tiempos de oscurantismo para la magia. Esto, fue un factor detonante para la ocultación de los magos en el virreinato del Perú, así como la aceptación oficial del estatuto del secreto que fue llevada más de 100 años después al Nuevo Mundo por la familia de magos Actecmer que en un principio fue repudiada por introducir esa ley, pero que a fin de cuentas terminó siendo obligatoria por la gran cantidad de asesinatos cometidos en nombre de la erradicación de la magia. Por otro lado, cuando se estableció el ministerio mágico de la Nueva España (como fue llamado en ese momento), los magos que no aceptaron fueron desterrados hacía Nueva Inglaterra, y aunque esta versión no es aceptada por sus descendientes, es la que marcan los archivos desclasificados hace 12 años, cuando la comunidad internacional pidió a todos los ministerios competentes la entrega de los documentos de las familias para tener un registro total y evitar un segundo ataque como el de Voldemort. Fue ahí cuando la familia Act….
Siendo interrumpida su lectura por una lechuza color marrón que tocó con el pico a su ventana, Flammer fue a abrir el sobre que llevaba en la pata:

Flam; apenas llegué a mi casa recordé que no te dije siquiera donde vivía y que no tienes lechuza porque decidiste comprar un gato (ahora veo porque no entraste a Ravenclaw). Le comenté a mi mamá sobre que vinieras y no estaba muy convencida hasta que le conté sobre tu cruce de palabras con Harry Potter y aceptó de manera gustosa, sólo ha pedido conocer a tus padres también (algo que me preocupa porque ella tiene un cierto prejuicio ante los muggles, pero sabe que son adoptivos) por lo que me dijo que el día sábado, o sea dentro de 2 días, vinieran a la iglesia del Valle de Godric a las 3 en punto para esperarlos y conocerse. Mi mamá quiere convivir un rato con los muggles. Respondeme a más tardar mañana en la tarde para saber si sí podrás venir.

Hada.

Sin perder un solo minuto, Flam bajó a la sala de estar y les comentó a sus padres adoptivos los cuales estuvieron de acuerdo. Y sin más, esperó el sábado impacientemente. Sabía que no se quedaría mucho tiempo en casa de su amiga, pero de todos modos, verla de nuevo era ya bastante.

Cuando el día llegó, Flam se vistió con una playera de manga larga, un par de pantalones de mezclilla y unos tenis converse que solía usar en los momentos que se vestía como muggle. Se subieron al automóvil y condujeron hasta el Valle.
—Flam, por cierto, ¿sabes por qué se llama Valle de Godric? Cuando visité ese lugar por primera vez fue en noviembre de 1981. Sabes que yo era periodista y la noche de Halloween ocurrieron ciertos eventos que alteraron todo el país, y el día 1ero fue una verdadera locura. Ocurrió una explosión de gas que mató a 12 personas y un montón de lechuzas y personas vestidas de manera rara (ahora sé que eran magos) estaban por todo el país. Hasta cierto punto fue extraño, porque murieron dos personas en una casa de esa comunidad y hasta el momento, un par de análisis forenses que hicieron no han podido determinar la causa de muerte.
—Bueno… sé que se llama Valle de Godric porque ahí vivió un mago llamado Godric Gryffindor, que es uno de los fundadores del colegio Hogwarts, y lo de los eventos de 1981 si no sé nada, deberé preguntar en la escuela o a Herman para saber que sabe. Es bastante inteligente.
—Vaya, ya comprendo. Sería bueno saber que pasó, porque los reportes policiacos reportan que no se forzó cerradura, robo de pertenencia y que jamás se encontraron huellas en la escena del crimen.

Al llegar a la iglesia lo primero que vieron fue una torre de campana bastante pequeña y modesta, pero agradable. Al pie de esta, se encontraba una mujer de una belleza inmensa junto a una muchacha también bastante bella pero no tanto como la acompañante. Estacionaron cerca y Flammer se acercó a Hada quien lo saludó de manera amistosa y afectuosa.
— ¿Me extrañaste, niño? —Dijo ella de manera graciosa abrazándolo.
—Ya sabes que sí. —Dijo riendo.
—Te presento a mi madre, Grinza Delacour. Mamá, él es Flammer Actecmer. Mi amigo del cual te hablé.
—Mucho gusto, Flammer. —Dijo la mujer con una voz bastante melodiosa y dulce.
—Igualmente, señora Delacour. Ellos son mis padres. John Blade y Elisabeth de Blade.
—Mucho gusto, señor y señora Blade. Soy Grinza Delacour, madre de Sophia. Mi hija me contó mucho sobre su cría y ciertamente me dio curiosidad poder hablar con ustedes al respecto y saber cómo fue su adaptación del mundo muggle al mágico.
—Claro, señora. Será un placer. De mientras nuestros hijos pueden pasear por el valle. También me gustaría hacerle un par de preguntas. —Dijo John Blade mientras se alejaba caminando por la acera junto a su esposa y a Grinza.
—Interesante… Sabes, tengo un ligero temor por tus padres. Mi mamá es algo… mugglefobica y no sé qué vaya a platicar o comentarles.
—Yo no me preocupo tanto… hay leyes que los protegen, ¿no?
—Sí, pero… Bah, olvídalo. Ven, vamos al jardín que está detrás de la iglesia. —Le dijo Hada y guiándolo con la mirada se encaminaron a ir a donde le mencionó durante un rato. El lugar era bastante agradable. Tenía 5 árboles, uno en cada punto cardinal y el de en medio. Eran tan inmensos que bastaban para dar fresca sombra a todo el lugar pero dejando filtrar luz del sol no fuerte pero tampoco tan débil.
—Flam, quería enseñarte esto. —Dijo Sophia sacando la piedra de resurrección y señalando al centro. — ¿Ves ese grabado? Lo encontré por aquí en una tumba que te mostraré la siguiente vez que vengas junto a algo bastante interesante que se te va a gustar.
— ¿Qué es?
— ¿Has escuchado de las catacumbas de Paris?
—Sí, leí un par de veces de ellas pero son sólo conocimiento general.
—Bueno, aquí en Inglaterra también existen y tienen secretos muy apasionantes.
— ¿Y por qué no me los muestras ahora?
—Porque sé que tus padres no te dejarán quedar a pasar unos días, así que mi mamá les lanzará un pequeño imperio y si ella ve que nos alejamos mucho apenas se vayan, se los va a levantar y te deberás ir. Mejor todo a su tiempo. —Dijo Hada haciendo que Flammer riera un poco.
—Vaya, sí que eres bastante manipuladora y calculadora. Será un placer tenerte como mano derecha cuando hagamos nuestra propia organización de mortífagos. —Comentó Flammer haciendo reír bastante a Hada.

Las siguientes horas, después de que los padres de Flam «le dieran» permiso de quedarse una semana y se fueran a su casa, Hada y el chico estuvieron hablando acerca del siguiente año y de diferentes cosas, así como de una idea que a Flammer se le ocurrió mientras leía su libro de magos antiguos.
—Flam, eso es una locura para nuestra edad, ¿sabes?
—No, Sophia, no lo es. Mira; hemos dominado magia bastante avanzada tú teniendo 13 años y yo apenas siendo un estudiante de primero. Es claro que podemos hacer esto.
— ¡No, entiende, no! Podremos haber tenido un dominio muy bueno en oclumancia y legeremancia así como en maldiciones imperdonables y hechizos defensivos, pero hasta ahí. No podemos hacer eso que tú dices.
— ¡Claro que sí! ¿Quieres que te diga porque? ¡Porque antes de entrar a Hogwarts ya lo hacíamos! ¿No es obvio?
—Es algo diferente. No teníamos idea de que así fuera.
—No, yo no la tenía, tú sí, y aun así lo hacías, de otro modo no estarías en el colegio.
—Bueno, suponiendo que sí podamos, ¿cómo planeas hacerlo?
—De la misma manera que lo hacemos con normalidad, sólo que esta vez sin varita. Tú lo dijiste hace un tiempo «Como decía Lord Voldemort; la varita es una atadura que el mago tiene pero sólo los más capaces son los que logran deshacerse de ellas. Nosotros somos los extraordinarios, no estos objetos». Si lo pensamos bien, podremos dominar el arte de hacer magia sin necesidad de una varita mágica antes de acabar el año lo cual nos dará una gran ventaja en los duelos e incluso podremos pelear con varita, mano y otras partes del cuerpo, ¿no lo crees?
—Sí, en eso tienes razón, ¿pero cómo empezaremos?
—Bueno, tengo una idea. Somos los dueños de un poderoso objeto mágico que desafía a todo lo que existe, podremos preguntar al gran hombre que dijo aquella frase que antes cité porque la citaste.
—Voldemort…
— ¡Exacto! Y siendo que podré quedarme una semana aquí tenemos tiempo para hablar con él. —Dijo Flam quien siguió hablando hasta que cambiaron de tema divagando de uno a otro.

Los días pasaron y los dos amigos estuvieron haciendo bastante cosas, entre las que destacó que Flammer llevó a Sophia al mundo muggle para demostrarle que los humanos no-mágicos no eran tan inútiles como ella pensaba y además familiazarla con las artes y ciencias de estos mismos.
—No entiendo porque me traes aquí. Todo huele a suciedad, a humo y a muggle.
—No te quejes. Londres es bastante bella y tiene muchas cosas que visitar, así como grandes bibliotecas que visitar.
—Si quisiera una buena biblioteca iría a la de Hogwarts, no a estas que lo único mágico que tienen son los libros de cuentos para niños donde salen dragones con una idea totalmente errónea.
— ¡Ya, no te quejes! Mira, esto te va a interesar. —Le dijo Flam a Hada entregándole un libro de ciencias médicas donde se explicaba la función parte por parte del ojo así como la fisionomía entera del cráneo.
— ¿Todo esto tienen que estudiar los muggles que quieren ser curanderos?
—Sí y no se llaman curanderos, si no médicos. Tienen un conocimiento muy amplio del cuerpo humano. Con la magia una poción te salva de venenos, con la ciencia debes hacer cálculos matemáticos para lograr saber cuántas partes por millón así como miligramos y mililitros de antídoto te tienen que dar según la edad, talla, peso, índice de masa corporal y sexo.
—Bueno, debo admitir que tienen muy bien estudiado el cuerpo humano.
—Y esto es solo general. Hay quienes se especializan en el corazón, cerebro, pulmones, psicología, psiquiatría, en niños y más áreas.
— ¿Y qué más estudian estos muggles?
—Bueno, hay a quienes el cuerpo humano no les gusta y optan por las matemáticas en un estado puro, quienes prefieren estudiar la física para construcción, la música, literatura, filosofía, pintura, historia, contabilidad, leyes y muchas cosas más. Pero a mí los que más me interesan son los biólogos y genetistas.
— ¿Qué son los genetistas? —Preguntó Hada desconcertada ante dicha palabra.
—Un genetista es un biólogo que estudia la genetica, la ciencia de los genes, la herencia y la variación de los organismos. Prácticamente se dedican a investigar las variantes y similitudes entre los humanos, animales y otras especies. —Siguió explicando sobre cada profesión que le preguntaba. Le dijo como a falta de magia, los muggles se las arreglan en complejos planos para que los edificios no caigan y soporten terremotos. El cómo en base a una simple computadora, logran hacer robos y estafas millonarias que, si convirtieran a galeones, podría comprar la fortuna de toda la familia Malfoy con un simple click.

Al llegar a casa de Hada, ambos subieron a la planta alta. Sophia le mostró la habitación donde se quedaría.
—Mañana, cuando mamá salga, te mostraré el lugar perfecto para hablar con Voldemort. Pero deberás prometer que jamás se lo dirás a nadie.
—Lo prometo. Sabes que nunca diría ese tipo de cosas tan delicadas a los idiotas que tenemos por gente en Hogwarts.
—Muy bien… Entonces hasta mañana. —Dijo Hada y saliendo de la habitación cerrando la puerta tras de ella. «Me pregunto qué será aquello que me mostrará» y con esa misma pregunta, cayó dormido. Esa noche se sintió bastante intranquilo y tuvo un sueño donde él era una especie de serpiente dentro de la casa de alguien que no conocía.

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