domingo, 21 de junio de 2015

Capítulo XXIV: ¿Fractura?



Herman y Marian caminaban por el castillo. La mañana era agradable y el ambiente tranquilo. Aprovechaban que tenían un poco de tiempo libre para ellos solos. Flammer estaba centrado en una chica que conoció que llegó junto a los extranjeros. A ellos no les causaba mucha gracia, pues hasta donde estaban enterados, él y Hada seguían siendo pareja, pero el muchacho afirmaba que no buscaba nada sentimental ni físico con ella, sólo estaba interesado en que le ayudara a comprender del todo la magia y leyendas de su lugar natal. Eso les pareció un poco extraño y como una excusa terrible, sin embargo pensaron que estaba diciendo la verdad porque desde que llegaron se obsesionó con el contenido del cofre que trajeron consigo. Incluso, durante la cena de esa noche, estuvo hablando y dando especulaciones sobre que podría ser lo que trajeron, tomando tal obsesión con eso, que Marian tuvo que obligarlo a que se callara y olvidara el tema. Sin embargo solo calló, porque al día siguiente se separó de ellos y comenzó a charlar con esa joven llamada Lamya, una chica de estatura más baja que Flammer pero con una sonrisa encantadora y una piel de color morena clara. Según le comentaron a Herman varios chicos extranjeros, era una de las más inteligentes del colegio y la mayor conocedora de magia antigua entre los estudiantes, así como la chica más deseada entre todos. Esto puso en una situación difícil a la pareja de amigos; no sabían si Flamm comenzó a acercarse a ella porque extrañaba a Hada, porque quería saber que había en el cofre o por mera atracción. Esto les preocupó, por lo que lo tuvieron que abordar de una manera bastante agresiva cuando el caminaba a la sala común de Slytherin exactamente un día antes. Desde una esquina le lanzaron un hechizo aturdidor para dejarlo fuera de combate y le pegaron las piernas. Lo arrastraron a un armario de escobas donde lo despertaron e interrogaron para saber sus intenciones con la muchacha.
—Flammer, más te vale que nos digas que estás buscando con Lamya, porque como me entere que le estás siendo infiel a Hada te irá mal. —Le dijo Herman en un tono que él nunca había conocido.
—Vamos chicos, dejen esta estupidez y déjenme ir.
—No hasta que nos digas que estás planeando con ella. Ayer te vimos sentado demasiado cerca de ella, con una mano en su pierna rodeando su cintura.
— ¿Y? No sabía que el tener novia que me hacía exclusivo de esa persona. —Les contestó Flamm de una manera bastante hiriente y sarcástica.
—Mira, Flamm; hemos soportado mucho de ti. Por nosotros puedes hacer lo que quieras, pero estimamos a Hada y no queremos que la lastimes, así que ahora nos vas a decir que es lo que planeas con esa perra árabe o deberás atenerte a las consecuencias de mantener la boca cerrada. —Le dijo Marian en un tono tan seco, frio y doloroso que incluso el chico cautivo se sorprendió, pues jamás le había hablado así.
—Hagan lo que quieran, no me van a sacar nada de información. —Les dijo Flammer con un tono bastante insolente, tal cual lo solía hacer.
—Sabes Flam. —Dijo Herman. —He investigado sobre tu país, sus costumbres, tanto mágicas como muggles y leí algo muy interesante que una organización muggle llamada Comisión Mundial de los Derechos Humanos escribió sobre su sistema judicial y debo admitir, es mucho mejor de lo que se logra con magia. —Terminó de decir y en ese momento a Actecmer la cara le palideció, se puso notablemente nervioso y terminó por soltar un suspiro.
—De acuerdo, les diré. No es necesario llegar tan lejos… bestias. La razón por la que estoy tratando así a esa chica es simple; quiero saber qué demonios hay en ese cofre. Sé que tienen algo extraordinariamente maravilloso y poderoso y no descansaré hasta hacerme con él, y esa chica me ayudará. No lo sabe y es sumamente importante que así siga.
—Pero te estás aprovechando de los sentimientos de una persona y peor, si Hada se entera saldrá seriamente lastimada, ¿has pensado en eso?
—Seamos honestos, ¿cuándo me ha importado lastimar a la gente? No me interesa en lo más mínimo, ahora les pediré de favor que me dejen ir si no quieren ser parte de los números.
— ¿Cuáles malditos números, idiota? —Le preguntó Marian bastante irritada por su respuesta.
—De gente lastimada y que debe ir a la enfermería. —Dijo con un tono amenazador que hizo a Marian retroceder.
—Me importa un carajo que hagas de ti, pero no quiero que a Hada la involucres, ¿entiendes? —Le dijo Marian a Flam quien se dio la vuelta e imitando sus palabras con la mano, se metió a la sala común. —Es tan odioso y arrogante.
—Lo sé, cariño. Pero vamos, ha de saber lo que hace… o eso espero, no planeo responder por él. —Dijo Herman abrazando por la cintura a Marian para tratar de calmarla un poco.
Mientras caminaban por los pasillos y jardines, tomados de la mano, un grupo de estudiantes extranjeros los abordó para charlar con ellos. No dominaban el idioma, pero se daban a entender de manera algo tosca.
Nosotros enteramos que su amigo Flamm está molesta a nuestra amiga Lamya. —Dijo un chico mientras caminaban con ellos.
—Sí, respecto a eso, ya le dijimos a ese tarado que la deje en paz.
¿Y el hacerlo o no? A nuestros no gustarme que se metan con nuestras compañeras.
—Bueno, realmente no sé. Espero que sí pero… Ay carajo…—Se interrumpió al ver que Flammer y Lamya caminaban juntos tomados de la mano hasta sentarse en una banca donde el chico le acarició la cara y acto seguido la besó.
— ¡Hasta aquí! En serio no soporto esto. —Dijo Marian bastante molesta, dirigiéndose a la pareja. —Mira, pedazo de idiota, ¡Dejas a esa o…! [¿O qué? —Le interrumpió la extranjera a Marian. —Esto no es tu incumbencia, tarada. Él sabrá lo que hace así que mejor regresa tus pasos y déjanos solos. —Dijo, tomó a Flamm del brazo y se lo llevó a otro lugar.
La noticia corrió como pólvora por todo el alumnado; Flammer Actecmer y Lamya Asshasshin eran pareja (o algo parecido) lo que desde luego ocasionó conflictos de todo tipo entre los alumnos, tanto residentes como visitantes. Desde luego eso era algo extraño, pues no pensaron que un muchacho como el fuera a reemplazar a alguien como Hada tan rápido, y según a boca de muchos, por una mujer menos bonita y mucho menos talentosa. Esto no importó del todo a fin de cuentas, pues sólo causó que la relación continuara sin importar los comentarios de nadie, aun el de los profesores que lo rechazaron una y otra vez, afirmando que es tipo de relación no podría traer más que problemas, lo cual tuvo en medida razón. Una tarde, mientras Herman y Marian caminaban, un grupo de chicos la abordó lo que sin lugar a duda puso en una situación incómoda al chico, lo cual no pasó a más hasta que un sujeto alto y bien parecido trató de cortejar a la chica, la cual bastante apenada simplemente trató de ignorarlo, viendo la cara de total repudio al extranjero por parte de Herman. El árabe no hizo caso y siguió intentando seducirla, pero ella naturalmente lo ignoró. Esto lo hizo molestar bastante y en un momento de descontrol (pues según cuentan, nadie antes lo había mandado al demonio), le dio una bofetada a Marian. Herman, desde luego y de una manera antes vista, sacó su varita y con un simple movimiento lo lanzó volando alrededor de 10 metros. El chico, aturdido, le respondió pero fallando por un bloqueo oportuno. Herman atacó con bastante cólera durante buen rato, fallando varios e impactando pocos, pero potentes. Los profesores no se hicieron esperar y llegaron un cuestión de minutos. Herman y el otro muchacho, llamado Mustafa, fueron castigados de manera severa por faltar el respeto uno al otro y tener combate fuera del club de duelo.
Flammer y Lamya estaban en una habitación bastante escondida, solos, contemplando el cofre que habían traído. Estaba cercado por un campo de magia bastante poderoso, lo cual solo aumentaba sus deseos de abrirlo.
—Vamos, cariño. Olvida eso y mejor hagamos otra cosa. —Le dijo la muchacha a Flammer mientras acariciaba su pecho por debajo de la camisa.
—Debe existir una forma… Algo que lo abra… —Se dijo a si mismo Flamm haciendo caso omiso a lo que ella quería llegar.
—Yo sé que sí. —Le dijo mientras comenzaba a besar su cuello. —Sólo es cuestión de desearlo… Tal y como yo deseo bastantes cosas ahora…
—Desearlo… deseo… árabes… ¡Eso es! —Dijo levantándose de un brinco y sacando la varita haciendo un par de movimientos que terminaron por quitar el escudo que había alrededor. — ¿Cómo diablos no lo vi antes? ¡Demonios, sí que eres inteligente! Espero sea lo que pienso, sería mucho mejor de lo que imaginé. —Terminó de hablar mientras se acomodaba la camisa. Lamya, estaba sentada bastante irritada por tan descarado rechazo. Flamm, por su parte, bastante excitado, se acercó al cofre y con un desliz de sus dedos alrededor de la cerradura se abrió, soltando un espeso humo gris con morado.

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