lunes, 22 de agosto de 2016

Capítulo XLVI: 4/5; la caída.



 [Nota del autor: Quiero dedicar este capítulo a Ana Torres, quien ilustró con sus maravillosos dibujos el fic. Ana, eres una gran persona. Muchas gracias por todo]

Uno de los momentos más importantes del movimiento paralelo, como le nombró Flammer después, fue el asalto al Castillo Gris, que no era más que un gran complejo de mercado negro ubicado al sur del rio. Cuando Actecmer fue a hablar con Allan, este juró lealtad a la causa, pasar información del ministerio y de todo lo que sirviera para hacer más fuerte a la aun por formar, familia, y así lo hizo. Después de revisar los archivos de investigación del departamento de seguridad mágica, se dio cuenta que ya tenían identificados a quien había causado los destrozos en el ministerio de magia y había secuestrado al primer ministro muggle, también pasó información de cuando harían la misión de rescate y detención, por lo que Flammer aprovechó esta información para adelantarse.
—Ellos planean atacar el día 5, o sea mañana, esto para evitar que en el mundo muggle se sigan las sospechas de la misteriosa desaparición de su cabeza de gobierno. Aquí lo que nosotros haremos será ir dentro de 30 minutos a lo que ellos llaman el Castillo Gris, que no es más que un montón de podredumbre no mágica y mágica, donde se llevaban a cabo grandes tratos de mercado negro, por lo que tendremos que tener cuidado. No solo vamos a enfrentar magos hostiles, también muggles, por lo que cuando el ministerio detecte magia cerca de ellos, llegarán rápido y más sabiendo donde es. El día 5 es cuando menos vigilancia muggle hay, razón por la que esperan ir, sin contar que acaban de usar al jefe del departamento de policía de Londres para llevar a sus unidades lo más alejado posible en un supuesto operativo anti drogas. Se las han arreglado bien, debo admitir, así que deberemos actuar rápido; llegamos, matamos a nuestros enemigos, tomamos al primer ministro, lo llevábamos al callejón a 5 cuadras del palacio de la reina y nos largamos. Deberá ver nuestras caras, al menos la de uno para que nos reconozca cuando lo ocupemos y nos sea más fácil hacernos de su ayuda. —Dijo Flammer, quien estaba de pie, con una cerveza en la mano explicando todo desde un mapa que se movía y cambiaba de posición. —Aquí ocuparé de todos. Iremos los 5. Xavier no nos acompañará porque deberá estar en el ministerio, sin embargo nos ayudará a sabotear desde dentro para darnos tiempo. ¿Preguntas?
— ¿Es de fiar ese tal Xavier? Ninguno lo conoce más allá del recuerdo de cuando fuimos estudiantes y honestamente no fio de nadie. —Dijo Herman, quien se encontraba ahí observando, bebiendo café.
—Aquí lo comprobaremos, sin embargo tampoco bajaremos la guardia. A la más mínima señal de traición, quien sea que lo tenga a punto, acabe con él, pero sólo si demuestra que trata de traicionarnos, ¿de acuerdo? —Preguntó el líder, y todos asintieron. Marian estaba ahí, observando el mapa sin decir nada, al igual que Hada y Anne, esta última sí habló.
— ¿Llevaremos la protección?
—No veo porque no. Sirve que seguiremos haciendo pruebas. Esta vez dos la llevaran, tú y Herman, debido a que son quienes están más vulnerables a una maldición demasiado fuerte, sin embargo ya comprobamos que no hay nada de qué preocuparse. Además, he visto la habilidad de todos y sé que tengo al mejor grupo de magos y brujas que hay, así que esta misión deberá ser pan comido. Ya salimos de un asalto a San Mungo, ¿por qué no acabar con un montón de magos de poca monta que tratan de ser grandes? —Argumento Flammer. Todos asintieron sonriendo.
— ¿Cómo entraremos entonces? —Preguntó Marian.
— Anne y yo iremos por la puerta delantera. Realmente no nos costará pasar en lo absoluto. Tú y Hada, usando las alas, estarán por el este y oeste, respectivamente para hacer dos boquetes que debiliten la estructura, después volaran al techo y desde ahí descenderán para llegar al 8vo piso, dos más abajo del último que es donde están a quienes buscamos. Herman, hará un boquete por detrás, haciendo que la estructura colapse pero deberá lanzar un hechizo de firmeza para que esta se mantenga en pie mientras estemos ahí, ya después subirá hasta el tercer piso, donde estaremos nosotros luchando. Al llegar, el se quedará ahí a cuidar el lugar, mientras Anne sube al quinto y yo al octavo, para reunirme con Marian y Hada. Marian irá a ayudar a Herman y Hada a Anne, yo me encargaré del piso clave, ¿de acuerdo? —Preguntó el chico a sus amigos, quienes analizaron y aceptaron. —De acuerdo, entonces vamos. Llegaremos de manera no mágica para evitar sospechas. —Todos se levantaron y salieron del departamento de Flammer, bajaron y tomaron un taxi que los llevó hasta el lugar predicho.
El Castillo Gris era un complejo de departamentos, oficinas y locales, que todos en Londres sabían era el centro de negocios para las mafias locales, pandillas, cárteles extranjeros y demás negocios turbios que uno se pudiera imaginar. Todo lo que se podía esperar encontrar, desde armas y drogas hasta esclavas sexuales ya fueran menores de edad o secuestradas de otros países, ese era el lugar indicado. Sin embargo no era tan fácil acceder. El primer piso, que era simple piratería y artículos robados, era de acceso al público, pero había que tener sumo cuidado pues en cualquier momento, tus cosas quedaban ahí, a la venta. El segundo nivel se dedicaba al material pornográfico y artículos apócrifo, más peligroso que el primero. El siguiente era venta de armas pequeñas y droga en cantidad moderad, sin embargo, para este piso, debías de decir con quien ibas y a qué. Si el guardia aceptaba llevarte, debías seguirlo sin despegarte. Si el consideraba que eras demasiado sospechoso, te ganabas una golpiza. El piso 4 trataba a la prostitución. A diferencia del 3ro, podías subir libremente guiado por el guardia, quien te dejaba ahí y tu buscabas lo que más te gustaba. El quinto era exclusivo para corrupción de menores, y sólo podías acceder de dos maneras; o era un delincuente muy conocido, respetado o temido, o eras un hombre o mujer de familia rica, de vida pública o de buena posición social. El sexto y séptimo se dedicaba a la venta de materiales de magia oscura, tanto los considerados por los muggles, como por los magos reales. Al acceder a este tenías que comprobar pertenecer a determinada secta o enseñar la varita mágica. Aquí se escondían varios mortífagos de antaño que lograron evitar la captura, ahora viviendo entre muggles, vendiendo objetos malditos y oscuros. El octavo era un complejo de pequeños cuartos, donde muchos llevaban a sus secuestrados, ya fueran muggles o magos. El noveno y el décimo era la base central del crimen organizado de Londres, donde se coordinaban las operaciones internacionales de venta de drogas y armas y de alto poder. También podías llegar a comprar aquí estas cosas, en gran cantidad. Esto quedaba reservado para miembros conocidos de cárteles colombianos, mexicanos, las guerrillas de Irak, las mafias chinas, rusas y japonesas. Este punto era el más peligroso y se necesitaba poder avanzar sin detenerse mientras se atacaba, pues había muchos magos que se ganaban la vida a base de esto y que gracias a su habilidad mágica, habían hecho una fortuna muggle y evitaban la captura. Así dieron las 2 de la tarde, cuando un auto Mercedes Benz, valuado en más de 2 millones de dólares, llegó frente al complejo. Del vehículo bajaron un chico y una chica de no más de 20 años. El hombre llevaba un traje bastante costoso y la chica, un pantalón y un blazer de diseñador. Iban de negro. Entraron a la vista de todos, sin ningún reparo. Cuando llegaron a la escalera, un corpulento hombre negro, clavo y tatuado completamente los vio. Le sacaba al menos 30 centímetros de altura al chico.
— Quiero ir al 5to piso y mi acompañante al 3ro. —Dijo Flammer, sin ningún tipo de reparo, en forma autoritaria.
— ¿Y tú quién eres para pedirme las coas así? —Dijo el hombre negro, mientras todos volteaban a verlo. El sujeto comenzó a mostrar la empuñadura de un arma bastante grande, tal vez sólo para asustar.
—Soy Flammer Actecmer. Heredero de la fortuna de la familia Actecmer. Represento a una «organización» que busca satisfacer a sus clientes norteamericanos con el mejor material que puede haber. Mi amiga, por su parte, busca simple mercancía para las calles. Está iniciando en este negocio y la ayudo. —Dijo el chico, mostrando total seguridad. El sujeto lo vio, pero no dijo nada, tampoco se movió. Flammer, molesto, sacó rápidamente la varita. —Bien sabes que soy, así que o te mueves, o paso por tu cadáver. —El sujeto, entendió rápidamente y les hizo una seña para que lo siguieran. Avanzaron por unas escaleras muy estrechas, con completo olor a orina, cigarro y alcohol, como si de cantina barata se tratara. Subieron hasta el tercer piso, donde Anne se quedó. Ella dijo que buscaría por su cuenta, realmente bastó un confundus para que el guardia no objetara. Flammer, continuó al quinto piso. Al llegar, el negro se regresó y el chico pasó una puerta metálica pesada. Una vez dentro, vio cuartos de condiciones infrahumanas, donde niñas de todas las edades, vestidas como unas prostitutas profesionales, estaban paradas ahí. Hombres observaban a lo lejos. Flammer, caminó un poco viendo todo; en muchos cuartos observaba como hombres gordos y muy mayores tenían sexo con chiquillas no mayores a diez años. También vio preadolescentes con lágrimas en los ojos y otras extremadamente ebrias o drogadas. No dijo nada y camino, hasta que vio a una niña blanca de cabello pelirrojo parada. Bastó un poco de legeremancia para darse cuenta que había sido secuestrada hacía dos años en Checoslovaquia y que desde entonces ese había sido su hogar, lleno de golpes, humillaciones y acciones que ultrajaban a cualquier ser humano. Se acercó a ella y como si se trata de un imán, un sujeto de aspecto desliñado y con acento ruso se le acercó.
—Dos mil euros por una hora con Marruka, podrá hacer lo que desee. —Dijo el hombre. Flammer sacó mil euros en efectivo.
—Al finalizar le doy el resto. Largo. —El sujeto se fue contando el dinero y Flammer entró al cuarto con la chiquilla.
—Escucha, niña. No hare nada. Te dejaré cinco mil euros en la bolsa. Deberás guardarlos tan bien como puedas. Cuando escuches la tercera explosión corre, no te detengas por nada del mundo, sólo corre. Ve a la policía y di que fuiste secuestrada. Tendrás sólo cuestión de minutos. ¿Entendiste? — Chiquilla se quedó completamente muda. Sólo hizo un gesto de afirmación se arrinconó en una esquina de la habitación. Flammer usó el encantamiento brujala y se orientó. Lanzó una pequeña mota de fuego la cual atravesó la habitación y ocasionó una enorme explosión que hizo al edificio tambalearse. Desde abajo se escuchó una segunda explosión, seguidas de dos arriba. En ese momento, Flammer salió y con la mano hizo caer a 5 sujetos que corrían a el. La niña a quien dio el dinero comenzó a correr. Flammer abrió la puerta con la varita y un destello de luz verde salió de esta, impactando en otro guardia, este de color blanco y delgado, que iba con una metralleta. Otro grupo de personas salió, todos armados hasta los dientes, sin embargo con un sencillo movimiento, sus armas se fundieron y cayeron desmayados. Todas las mujeres y hombres que estaban ahí vendiendo los servicios sexuales salieron a ver que pasaba. Cuando vieron al sujeto de no mas 20 años, perfectamente vestido que les hacia una seña de que salieran, muchos se negaron.
—Agente Nikolas Warret especial de la CIA. Salgan ahora mismo a menos que quieran declarar. —Ante esto, todos salieron sin pensar. Flammer observó a su alrededor, notó como el piso quedaba despejado, así que fue a la escalera y comenzó a subir. Al llegar al sexto piso fue recibido con una maldición de piernas pegadas la cual impactó en la pared. Flammer desarmó al sujeto y lo lanzó contra una ventana sellada por tablas. Usando su varita, invocó un fuego maldito el cual despejó la habitación y finalmente se extinguió. Subió al siguiente eslabón donde se encontró con una lluvia de balas que parecía no cesar, pues cuando a uno se le acaba un cargador, el otro iniciaba otro nuevo. Estuvo cubriéndose un par de minutos hasta que lanzó un hechizo de cristales de hielos, los cuales asesinaron a todos los pistoleros que estaban ahí, y sin revisar el resto del cuarto fue al octavo piso donde esperaban Hada y Marian.
— ¿Tuvieron problemas? —Preguntó Flammer.
—Ninguno, sin embargo vi a 5 tipos de túnicas subiendo. Ahí están los boquetes. Calculo que aún tenemos un poco de tiempo antes de que lleguen los policías.
—Bien. Vamos, hagan lo que les expliqué, yo iré al piso 10. —Dijo Flammer y sin protestar las chicas fueron. Flammer subió al piso nuevo, donde fue recibido por cientos de balas nuevamente. Repitió lo antes y subió al diez. Aquí una lluvia de hechizos se hizo presente. Usando un escudo burbuja, el muchacho avanzó dejando inconsiente a sus atacantes, a quienes se les había unido un sinfín de pistoleros. No tardó más de un minuto en acabar con quienes lo atacaban. Exploró rápidamente hasta que encontró a quien buscaba. El primer ministro estaba tapado de la cara y golpeado. Flammer le quitó la tapadera. Él lo vio y trató de gritar.
—Descuide. Usted sabe que soy. Espisky. Ya está. Lo llevaremos a un lugar seguro. Sígame. —Cuando curó las heridas del político, lo llevó camino abajo hasta donde se vería con sus amigos. Salieron a la calle cuando observaron que un destacamento de policía venía. Sin más, desaparecieron, sin embargo una luz roja fue lo último que vieron en la escena. Aparecieron segundos después cerca del Palacio, donde dejaron al sujeto y desaparecieron para ir al edificio nuevamente, el cual se había derrumbado y la policía estaba rescatando víctimas. Nadie dijo nada, sólo se quedaron observando. Flammer estaba ahí, viendo el panorama cuando una explosión muy cerca de ellos ocurrió. Todos los policías voltearon a ver, junto a ellos, y vieron a un conjunto de más de 15 personas con varitas en mano.
— ¡No tienen idea de con quienes se han metido! —Gritó el que iba al frente de todos.
—Bueno, de hecho sabemos que fue con un grupo muy malo de magos que apenas si saben blandir su palito como viles niños de 12 años. —Le respondió Hada, haciendo que rieran, sin embargo la policía ya apuntaba con armas a todos. Anne, lanzó un hechizo escudo burbuja que hizo a los policías quedar encerrados y caer dormidos al mismo tiempo, sin embargo, antes de lograr hacer algo más, una explosión ocurrió cerca de ellos. Anne logró responder haciendo que cayeran un par. Flammer por su parte, hizo que una bola de fuego explosiva impactara justo en el pecho de uno de ellos, matándolo al instante. Un sinfín de maldiciones comenzó a volar por todos lados. Herman se limitó a defender a Marian, quien hizo lo mismo, Hada, Flammer y Anne se dividieron tirando a matar, pues cientos de luces verdes comenzaron a volar por todos lados. El que iba al frente de los atacantes, una mujer de aspecto horrible, de su varita hizo que un rayo de color negro saliera disparado, impactando directamente al pecho de Anne, quien se desplomó, no sin antes haber matado a un par de enemigos. Flammer, al ver esto, asentó el golpe final contra la vieja, quien cayó muerta al suelo. Rápidamente, tomó el cuerpo de su amiga y desapareció, seguido de sus compañeros.
En el departamento de Flammer Actecmer nadie hablaba. El cadáver de Anne Torres de Triskthan reposaba en su habitación. Había quedado con una cara de sorpresa, sin embargo ahora parecía que dormía plácidamente, con su varita en el puño. No podían creerlo, ni siquiera se lograban hacer a la idea. Flammer se levantó y fue por una botella de whisky. La abrió y sirvió 4 copas.
—La muerte de Anne no será en vano. —Dijo el chico, con la voz quebrada y la cara pálida. —Ella creía en la causa y demostró valía y lealtad hasta el final. Es la primer muerte que enfrentamos y me encargaré de que sea la última.
—Jamás morirá, pues mientras nosotros estemos aquí, ella será inmortal. —Dijo Herman, levantándose, quedando de pie al igual que Flam.
—Una vez dentro será para siempre, pues ni la muerte nos ha de separar. —Hada se levantó.
—Por la valentía, el coraje y la lealtad. —Dijo Marian, quien también se puso de pie y levantó su copa de whisky.
— ¡Por Anne! —Dijeron todos al coro, bebiendo el whisky de golpe, con un profundo vacío en la voz.

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